Por Flavia González, SEREMI de Transportes y Telecomunicaciones de O’Higgins
Hoy, debemos hacer un alto y reflexionar, la muerte de un estudiante de sexto básico en la comuna de Recoleta ha conmocionado al país. Duele pensar en una familia, una comunidad y un curso que quedaron marcados por un siniestro que nunca debió ocurrir. Y sí, la palabra es siniestro vial, ya que, esto es un suceso negativo de origen evitable, a diferencia de lo que denominamos “accidente”, cuya definición involucra un suceso independiente de la voluntad y acción humana.
En Chile, el cinturón en el transporte escolar no es un accesorio: es una exigencia. Los vehículos escolares de año 2007 en adelante deben contar con cinturón en todos los asientos, y su uso es obligatorio para niñas y niños. Esta regla existe y está escrita; lo que falta es cumplirla siempre.
Ahora bien, hablar del cinturón escolar no es culpar a las familias ni a los conductores. Es reconocer responsabilidades compartidas y tareas concretas:
1) De los prestadores del servicio. El vehículo debe estar inscrito en el registro correspondiente, mantener su documentación al día y verificar que cada niño viaje abrochado antes de partir. La normativa sectorial —histórica y vigente— lo exige, y es deber profesional cumplirla.
2) De las familias y apoderados. Pregunten, miren, exijan: ¿tiene cinturón cada asiento?, ¿se usa en cada trayecto?, ¿el conductor no parte hasta que todos estén asegurados? Un adulto atento es una capa más de seguridad.
Como Seremi de Transportes y Telecomunicaciones de O’Higgins, mi llamado es claro: cero tolerancia con el viaje escolar sin cinturón. Reforzaremos las coordinaciones para fiscalización, insistiremos en la educación vial desde temprana edad y apoyaremos a las comunidades educativas con información simple y verificable. El mensaje para quienes operan transporte escolar es directo: nadie se mueve si no está abrochado.
Que el dolor de Recoleta nos mueva a la acción. En cada salida del colegio, en cada mañana apurada, recordemos que un clic puede cambiarlo todo. No es solo cumplir una norma; es cuidar la vida de nuestras niñas y niños.

